Pareciera que termina el Super Bowl LIII con la entrega del trofeo Vince Lombardi y la indiscutible victoria del equipo ganador. Sin embargo, poco se dice respecto al trabajo que hay detrás de cada jugada, gol de campo o touchdown que se vivió a lo largo del campeonato.

Todo aquel que practique algún deporte de forma competitiva ocasional o recurrentemente, sabrá que para llegar a una gran final es necesario enfrentar una temporada de altas y bajas, victorias y derrotas, pero mucho aprendizaje y preparación.

¿Qué lecciones nos deja entonces el Super Bowl?

Nada es cuestión de suerte

¡Nadie llega a ese punto de la contienda por accidente! Todo es parte de un plan y consecuencia de una preparación y entrenamiento previo. Como empresa podemos prepararnos a lo largo del año, plantear nuestros objetivos, definir las tácticas y estrategias para alcanzarlos.

¡No dejes que tu empresa vaya como velero sin rumbo! Solo llega lejos aquel que sabe a dónde va.

Trabaja las fortalezas

Haz a un lado la emotividad y analiza con ojos neutrales la situación actual de la compañía. Esta etapa es indispensable y puede resultar compleja, pero es decisiva para poder lograr una mejora continua.

Haz una auto evaluación de la empresa y sé analítico, crítico y realista. Evalúa el desempeño, los errores, aciertos y las decisiones tomadas en situaciones críticas. No te enfrasques en las caídas, ni te ciegues con las pequeñas victorias.

Sé objetivo con las áreas de oportunidad detectadas y las acciones correctivas: focaliza los esfuerzos en incrementar aquello te da una ventaja competitiva, pero también trabaja por minimizar los puntos débiles de la organización.

Sondea el terreno

Nadie sale peor parado de una guerra, que aquel que llega a la batalla sin fúsiles. ¡Prepárate! Pero hazlo bien, estudia a los competidores. Sé una constante máquina de preguntas: ¿Qué hacen? ¿Cuál es su ventaja competitiva? ¿Quiénes son sus principales clientes? ¿Cuáles son sus estrategias? ¿Cuáles son sus fortalezas y debilidades? ¿Qué estarán planeando?

Solo teniendo un conocimiento amplio de tus rivales, podrás mejorar tus estrategias o anticipar sus jugadas.

No te quites la camiseta

Nadie dijo que el proceso de preparación fuera fácil, puede que se presenten momentos complicados y tensos para la compañía, pero recuerda por qué estás ahí. Ten siempre presente por qué empezaste y cuál es el objetivo que persigues.

Recuerda que no estás solo, en un equipo de trabajo convergen personas con circunstancias personales, económicas o emocionales distintas y es probable que más de uno pierda en el proceso el enfoque y la motivación.

A veces nos toca ser la chispa que impulsa a otros, ponte bien la camiseta e impulsa a tu equipo a dar lo mejor. Recuerda, ¡Uno para todos y todos para uno!

Deja el corazón en el juego

Como dicen por ahí, ¿Si no vas por todo, a qué vas? No has llegado hasta aquí para darte por vencido. ¡Da tu máximo y sea cual sea el resultado ya habrás ganado!